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miércoles, 1 de agosto de 2012

LA SOCIEDAD DE LOS POETAS MUERTOS DE MIEDO

Cada uno besa, temblando la mano que lo encadena, decía Voltaire; y eso es lo que ha hecho públicamente la ministra de Educación, Patricia Salas, al otorgarle en bandeja a Patria Roja, la cabeza de la Ley de la Carrera Pública Magisterial (CPM).
Una reforma sustancial en la política educativa de nuestro país, que recogió las ideas y las experiencias de técnicos e intelectuales que colaboraron con tres gobiernos consecutivos, que fue aprobada por unanimidad en el Congreso y que pasó por el Acuerdo Nacional y por el Concejo Nacional de Educación. Como la primera clase, Salas aplicó de paporreta la palabra que el presidente Humala usa para distinguir su gestión: Diálogo, pero como toda chancona lo hizo sin entender el verdadero valor político de esa expresión; por eso, en lugar de construir un diálogo permanente alrededor de estrategias y políticas públicas, convocando a los líderes del país, pidiendo la opinión de quienes fueron autoridades del Ministerio de Educación durante los tres gobiernos anteriores, la ministra saltó hacia la solución del conflicto y se dedicó a negociar con la dirigencia ideologizada del SUTEP (Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú),
la que -por doctrina- se opone a la meritocracia y desprecia la competencia. En lugar de dialogar con los que tienen las ideas, Salas ha negociado con los que toman las carreteras. En lugar de convocar a una mesa permanente a los que sacaron adelante la CPM, la señora Salas se ha sentado con los dirigentes de un sindicato que ha convertido a los maestros peruanos en jornaleros, y que se niega a permitir que compitan entre ellos motivados por la capacitación. La ideología marxista que comparte la dirigencia del SUTEP sostiene que la historia y la economía de un país se mueven a partir de la lucha de clases. Y en la clase obrera, donde han ubicado al magisterio, no debe existir la competencia, todos deben ser iguales. Y para que los maestros se adapten a ese molde, para que se conviertan en objetos revolucionarios, deben ser trabajadores y no intelectuales; obreros y no promotores de conocimiento entre las juventudes. Con los años y la inacción del Estado y de los partidos políticos democráticos, Patria Roja ha tomado la estima y la mente de miles de maestros peruanos que repitiendo ese rollo clasista han dejado de creer en sus propias capacidades, y de estimular la competencia entre sus alumnos, al extremo de aplanar al que destaca para que no alborote ni rompa la medianía que le exige su ideología desalentadora. La CPM se oponía frontalmente a ese pensamiento -que nos cobra ya con dos generaciones de estudiantes que no entienden lo que leen- hasta que sin otra convicción que la de su temor el extremismo de Patria Roja, Salas dispuso eliminarla; como si ese pequeño y semiclandestino partido político, no tuviera en jaque al gobierno que ella integra, y como si no se hubiera traído abajo a dos titulares de la Presidencia del Concejo de Ministros, en menos de un año. EL TRIUNFO DE PATRIA ROJA -LA SONRISA DE LA MONA LISA: Patricia Salas le ha otorgado una victoria a Patria Roja a cambio de nada, salvo su permanencia en el cargo. Los más de 58 mil maestros que confiaron en el Estado y se inscribieron en la CPM quedaron defraudados. CONTRA EL DESARROLLO -EL COMPLEJO DE ADÁN: Los expertos sostienen que implementar una nueva ley nos hará retroceder DIEZ años. Otra generación que sufrirá el terrible destino de la educación pública. La ministra no tiene hijos, puede experimentar con niños ajenos.

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