Erase una vez en el colegio

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domingo, 9 de junio de 2013

HÉROES CON ESCUELA: LECTURA SOBRE RUEDAS

Con su camión "Lectorcito", la profesora Juana Díaz Huillca busca que los libros sean los protagonistas del recreo escolar. Aquí nos cuenta más de su proyecto. El inicio del recreo de media mañana de la I.E. Valentín Paniagua Corazao, en la ciudad de Cusco, se distingue por tres sonidos que siempre se escuchan en un mismo orden. Primero, el campanazo de fin de hora, luego, el griterío infantil. Finalmente, el mejor sonido que el encargado del camión "Lectorcito" pueda sacarle al silbato de policía para atraer a los estudiantes a la biblioteca con ruedas que hace circular durante el receso. "Cuando suena el pito, mis compañeros saben que ya pueden sacar libros del camioncito" dice Elvis A.L. (11), a cargo de Lectorcito durante su segunda semana de circulación. Cada lunes la profesora nombra a un delegado de sexto de primaria, que encabeza la comitiva que pasea la biblioteca rodante por los dos patios de la IE durante cinco días. Mientras uno llama, dos empujan a Lectorcito y supervisan a los alumnos, mientras un cuarto estudiante se encarga de registrar cada préstamo que se hace durante el recreo. Es que cada estudiante que quiera hacer uso de los libros, cuentos o coleccionables de adivinanzas debe pedir un carnet de lectura en el salón de biblioteca y entregarlo al encargado de registros. El alumno recupera su carnet el momento en que devuelve el libro al final del recreo. "El carrito lo han entregado la semana pasada, es una novedad y los chicos están interesados en leer" cuenta Juana Díaz, la profesora responsable de hacer una biblioteca móvil en la IE Valentín Paniagua de Cusco. Institución lectora Este no es el primer proyecto para incentivar la lectura que se ha hecho en la escuela. Hace más once años, antes de que entrara Díaz a la institución, los profesores habían creado "tendederos" de lectura para los chicos: con pitas y ganchos de ropa, colgaban pequeños cuentos en las paredes de los patios para que cualquier estudiante los pudiera tomar y leer. Para cuando la profesora llegó a la escuela, la propuesta había quedado atrás. Ya no había ganchos, ni tendederos, y los cuentos que quedaban habían regresado a la biblioteca. Además, habían llegado algunos cuentos nuevos: los libros eran grandes, de hojas gruesas y pesadas, y naturalmente, no podían salir de la biblioteca. Así que los chicos acudían en grupo a leerlos. Tras trabajar por largo tiempo en la provincia de Calca, Díaz llegó hace diez años a este colegio de la ciudad de Cusco para encargarse del aula de innovación y apoyar en la sala de lectura, y la encontró llena recreo tras recreo. "En el recreo esto era un hormiguero, era un caos, así que decidimos sacar libros a los patios desde el 2011" cuenta. Tal vez los cuentos no podrían salir de la biblioteca, pero había otros libros que también contaban historias y textos interesantes, o juegos de lógica y números que podían salir del salón: los antiguos libros de clases de lenguaje, de ciencias, de historia o de matemática de los años de primaria, diferentes a los que se usan actualmente en clases. "Se me ocurrió que en vez de deshacerme de los libros, los que ya dejan de usarse porque llega un lote diferente del Ministerio, podía ponerlos en los patios para que los chicos los leyeran" cuenta la profesora Juana sobre su primer proyecto para incentivar la lectura. Así, hace tres años nacieron las 'esquinas de lectura', con pilares de libros sobre algunas carpetas y sillas para los que quieren leer lejos de los agitados juegos del recreo. "Los profesores también usan los libros porque recuerdan muchos ejercicios buenos que no hay en las nuevas ediciones, y les piden que saquen libros de las esquinas para llevarlos al salón" explica la profesora. Cuentos de recreo Con el tiempo, los chicos han terminado por conocer de principio a fin los libros de los patios y los leen menos que antes. Juana Díaz quería seguir impulsando la lectura, y se le antojó que un carrito llamativo con nuevos títulos, ya no solo de cursos sino con cuentos, refranes, adivinanzas, fábulas, leyendas peruanas y más, serían una excelente opción para los casi 800 alumnos de la institución. Se puso manos a la obra y con recursos propios de la escuela, invirtieron poco menos de 300 soles en armar un camioncito de estructura de madera, pintarlo y colocarle unas ruedas de juego para echarlo a andar. "Habíamos pensado en una canastilla de supermercado, pero el carrito terminó siendo más llamativo. La idea la teníamos desde hace un par de años y recién hemos conseguido armarlo" relata la profesora. El siguiente paso es colocar vitrinas a cada lado del camión para conservar y resguardar mejor los nuevos textos y claro, usarlos para todas las clases en las que se les pueda sacar provecho. La profesora está en busca de más textos, y espera encontrar también donantes para nutrir mejor no solo a su camioncito, sino también a la biblioteca de su institución. Que siga la lectura.