martes, 27 de noviembre de 2012
La viruela ‘reaparece’ en unas momias congeladas en Siberia
El hallazgo de ADN del virus culpable de la única enfermedad erradicada en el planeta agita el fantasma de un nuevo brote.
(P. Biagini et al / Es Materia)
AGENCIA MATERIA:
Uno de los enemigos más aterradores que ha tenido la humanidad, culpable de la muerte de hasta 600.000 personas al año y de cinco reyes europeos sólo en el siglo XVIII, ha reaparecido en una fosa común de Siberia sepultada hace tres siglos. Allí, un grupo de arqueólogos ha desenterrado cinco momias congeladas, pertenecientes a dos mujeres, un hombre y dos niños inhumados juntos alrededor del año 1714 en Churapcha, a pocos cientos de kilómetros del Círculo Polar Ártico.
Una de las momias presentaba huellas de hierro en sus pulmones, vestigio de que se encharcaron de sangre antes de morir. Posiblemente, la mujer, de unos 23 años, sufrió dolores de cabeza y fiebre de hasta 40 grados durante tres días. Entonces aparecerían en su boca y su lengua pequeñas manchas rojas, que rápidamente se convirtieron en llagas, mientras su cuerpo se llenaba de pústulas. La mujer, confirma su autopsia tres siglos después, murió por la viruela, la única enfermedad que ha sido erradicada de la faz de la Tierra, gracias a una campaña de vacunación de dos siglos.
A 35 años del último caso de viruela en el mundo, el del somalí Ali Maow Maalin, restos del virus asesino han vuelto a aparecer, agitando el temible fantasma de un brote. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. consideran esta posibilidad como “aterradora”. La reserva estratégica de la OMS apenas dispone de 30 millones de vacunas.
ORO, DIAMANTES Y VIRUS:
La historia se remonta a 2004, cuando una expedición de arqueólogos franceses y rusos husmeó en varios yacimientos del noreste de Siberia, en la República de Sajá, una región rusa del tamaño de la India, llena de oro y diamantes. En uno de ellos aparecieron varias tumbas de madera llenas de cadáveres congelados, procedentes del puente entre los siglos XVII y XVIII, cuando la peste de la viruela se extendía a sus anchas por Europa. Hoy, un equipo de científicos dirigidos por el virólogo Philippe Biagini anuncia en la revista The New England Journal of Medicine que en el tejido pulmonar de la momia hay fragmentos del ADN del virus mortal. Al menos unos cientos de pares de bases de un genoma de 186.000. Son inofensivos, pero advierten de un riesgo improbable pero teóricamente posible: que el virus reaparezca con capacidad infecciosa en una momia congelada y provoque una plaga.
“Creo que es improbable, pero queremos estar preparados”, explica Inger Damon, uno de los mayores expertos del mundo en el virus de la viruela. Damon es jefe de la unidad de poxvirus de los CDC en Atlanta, uno de los dos únicos lugares del mundo que custodian las últimas muestras del virus, a salvo de posibles bioterroristas.
“Nuestra experiencia hasta la fecha, estudiando restos momificados con lesiones similares a las de la viruela, es que el ADN aparece con poca frecuencia bien preservado”, detalla Damon. En las cámaras frigoríficas de los CDC, vigiladas como si se tratara del botón rojo nuclear, los últimos virus de la viruela se mantienen a 80 grados bajo cero o en nitrógeno líquido, inmersos en un suero adecuado. Nada que ver con las condiciones de un cadáver humano enterrado desde hace tres siglos en el permafrost, los hielos perpetuos del suelo siberiano.
A falta de un análisis microscópico
Sin embargo, los expertos desconfían. Sergei N. Shchelkunov investiga con el virus en el otro fortín que custodia las últimas muestras de viruela: el Centro Estatal de Investigación en Virología y Biotecnología VECTOR, en Koltsovo, un asentamiento de bloques de hormigón de unos 10.000 habitantes levantado en Siberia para los científicos. “Teóricamente todo puede ocurrir, pero es este caso nadie ha sido infectado y sólo se han visto pequeños fragmentos de ADN del virus”, tranquiliza Shchelkunov.
El investigador ruso, no obstante, recomienda analizar los tejidos pulmonares de las momias con un microscopio electrónico para buscar viriones, partículas víricas completas y con capacidad infecciosa. Todavía no se ha hecho, según reconoce el hombre que ha dirigido el análisis de las momias, jefe de la Unidad de Virología Molecular en Marsella del EFS, la organización pública que controla las donaciones de sangre en Francia. “Llevaremos a cabo esos análisis en un futuro próximo”, avanza. Ante la pregunta de si es posible que se encuentre algún día un virus activo en un cadáver congelado, Philippe Biagini es contundente: “Mi respuesta es no”.
El virólogo español Antonio Alcami es uno de los pocos científicos que han tenido en las manos fragmentos de ADN del virus de la viruela. Se los enviaron por correo vigilado desde los CDC de Atlanta hasta su laboratorio en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, en Madrid. Ante el hallazgo de restos del virus en las momias siberianas, Alcami recuerda el caso de otro virus, el de la gripe española, que se llevó por delante a 50 millones de personas en 1918 y desapareció. En 2005, un médico y un genetista militar de EE.UU. reconstruyeron el genoma del virus a partir de los pulmones de una mujer enterrada en el permafrost del cementerio de la aldea de Brevig Mission, en Alaska. El ADN estaba en pedazos. Fue como reconstruir un puzle.
UNA RECETA PARA BIOTERRORISTAS:
Alcami, miembro del Comité Asesor de la OMS en Investigaciones sobre el Virus de la Viruela, cree que un bioterrorista podría ir a los cementerios de Siberia en busca de restos de ADN de la viruela, pero no tendría sentido, porque su secuencia, el libro de instrucciones del virus, ya está publicada. “El genoma del virus se puede sintetizar en un laboratorio, pero con eso no basta, porque su ADN por sí solo no es infeccioso”, explica. Para ser mortal, el virus también necesita sus proteínas, esenciales para burlar las defensas del cuerpo humano, y su envoltura lipídica, una doble capa que cubre su ADN. “El virus de la viruela es frágil, entre otras cosas por su envoltura lipídica”, subraya el virólogo.
Alcami habla con una tranquilidad sorprendente sobre una amenaza que podría acabar con la humanidad tal y como la conocemos. “Si yo fuera terrorista, reconstruiría la secuencia del virus de la viruela humana en el laboratorio e intentaría preparar una mezcla con el virus de la viruela de las aves. Nadie lo ha hecho ni lo ha publicado, pero técnicamente se puede hacer si se tiene el suficiente dinero”, resume. “No hace falta ir a los cementerios de Siberia”.
Sin embargo, Alcami es cauteloso. “Que aparezca un virus de la viruela con capacidad infecciosa en una momia congelada es muy improbable, pero ningún científico va a decir que sea imposible”, advierte.
El investigador español tiene permiso para trabajar con fragmentos de ADN del virus, pero no con partículas completas. Y, pese a que no son infecciosos, la OMS le prohibe que un fragmento de ADN de la viruela coincida en la misma sala con otro poxvirus, la familia a la que pertenece, por si su mezcla es una bomba biológica. El riesgo es inasumible. La OMS no quiere que el virus renazca desde un rincón de la Tierra. Tampoco desde un cementerio siberiano del siglo XVIII.
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