domingo, 11 de noviembre de 2012
Famosas estatuas de los guerreros de terracota se fabricaron como los autos japoneses
Un arqueólogo español asegura que los llamados Guerreros de Xian fueron hechos en serie dos mil años antes de nuestros días.
(Imagen: Agencia Materia)
AGENCIA MATERIA:
El arqueólogo español Marcos Martinón-Torres lleva seis años recorriendo el foso donde están enterrados los famosos guerreros de terracota de Xian, en el Mausoleo de Qin Shi Huang, primer emperador de la China unificada. Frente a un ejército inmortal de 7.000 hombres con carros y caballos, este investigador suele ir armado con una fuente portátil de rayos X y silicona de dentista. Su verdadero enemigo es un enigma: cómo se fabricaron las 40.000 puntas de flecha que han aparecido en el yacimiento, todas tan iguales que son indistinguibles para el ojo humano. Y Martinón-Torres cree que ha derrotado a su rival.
Su propuesta es sorprendente. “Las armas de los guerreros de terracota se fabricaron en talleres con una organización similar a la de las fábricas de Toyota”, explica. Su hipótesis de partida era que los artesanos que elaboraron las puntas de flecha hace 2.200 años trabajaron con un sistema de producción en cadena, similar al establecido por el fabricante de automóviles Henry Ford a comienzos del siglo XX.
Igual que en el fordismo un grupo se especializaba en hacer una puerta y otro en armar un motor, Martinón-Torres creía que los artesanos chinos trabajaban en una cadena de producción en la que cada equipo se concentraba en hacer un componente. Eso explicaría por qué las 40.000 puntas de flecha se parecen como gotas de agua. Pero estaba equivocado.
DOS MILENIOS ANTES:
El arqueólogo, que trabaja en la Escuela Universitaria de Londres, sostiene que los fabricantes de armas del emperador Qin Shi Huang inventaron lo que hoy se conoce como toyotismo: pequeños grupos de trabajo versátiles e independientes, capaces de producir todos los componentes de cualquier modelo de coche en función de la demanda. Se habrían adelantado más de dos milenios a la empresa japonesa Toyota, madre de este sistema de producción en el siglo XX.
Martinón-Torres y su equipo han analizado la composición química del bronce de 1.600 puntas de flecha. Los resultados sugieren que cada carcaj encontrado, con 100 flechas cada uno, procede de talleres diferentes, que habrían producido todo: desde la punta de flecha de bronce hasta las plumas, pasando por la varilla de bambú. Sus conclusiones se publican ahora en la revista especializada Journal of Archaeological Method and Theory.
“El emperador Qin Shi Huang encargó un ejército de soldados que pudieran defenderle en el más allá. Sus armas son letales, perfectamente afiladas, y todavía hoy podrías clavárselas a cualquiera”, detalla.
ARMAS FIRMADAS:
Gracias a la silicona con la que los dentistas suelen hacer modelos exactos de una dentadura, los arqueólogos han elaborado moldes de las puntas de flecha. Su análisis con un microscopio electrónico de barrido revela marcas perfectamente paralelas al filo cortante. “Son las marcas que deja una piedra de afilar rotatoria, lo que muestra su impresionante control de calidad”, apunta el arqueólogo.
Las puntas de flecha no están firmadas por sus autores, pero otras armas de mayor tamaño, como espadas y alabardas, sí lo están. En ellas aparecen hasta cuatro nombres, en una cadena jerárquica que va desde el artesano hasta el primer ministro del emperador. “Si el arma no respondía a los estándares exigidos por Qin Shi Huang, podían encontrar al responsable y eliminarlo”, señala Martinón-Torres.
El investigador recuerda que el historiador Sima Qian, que vivió un siglo después de la construcción del mausoleo, dejó escrito que se necesitaron 700.000 trabajadores a lo largo de 40 años para terminar el complejo. El mausoleo entero ocupa unos 50 kilómetros cuadrados. “Era la primera vez que se construía algo parecido y fue necesaria una fuerza de trabajo muy adaptable a la demanda”, argumenta el experto español. La solución era el ‘toyotismo’, dos milenios antes de que existiera Toyota.
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