jueves, 5 de abril de 2012
LIBERTAD EN PRENDA
Hoy se cumple 20 años de lo que debe haber sido uno de los dìas màs desconcertantes de mi vida, de nuestras vidas, supongo. Un Alberto Fujimori aùn joven, que aùn no aprendìa a sonreir con cachita, declaraba que el Congreso quedaba disuelto. Que uno de los poderes del Estado que garantiza estabilidad y equilibrio no existìa màs. Diputados y Senadores elegidos popularmente fueron mandados a su casa a la fuerza. Y la verdad es que a nadie le importò mucho que digamos.
Me encantarìa decir que en la universidad nos indignamos y que la ciudadanìa tomò las calles. Pero todos sabemos que atarantados por una crisis econòmica asfixiante, y embrutecido por los ruidos de tanta bomba, nos quedamos sentados, hipotecando nuestra libertad, para que se resolviera de una vez los problemas que hacìan imposible la vida. Màs del 70% de la poblaciòn estuvo de acuerdo con la medida, y el resto, salvo rarìsimas excepciones, se opuso en silencio.
Han pasado 20 años, y si bien ya no hay bombas, Abimael està preso y el Perù avanza; segùn reciente encuesta de Ipsos Apoyo, el 49% de los encuestados volverìa a apoyar la medida en caso de grave crisis econòmica, el 69% si se detecta corrupciòn en el Congreso, y el 51% si hay enfrentamiento con el Ejecutivo y no se aprueban leyes necesarias. La verdad que estas respuestas me han dejado aun màs desmoralizado que el mismìsimo golpe del 05 de abril de 1992, porque una cosa era apoyar la medida presionados por el infierno que era la vida de los noventa, y otra muy distinta es hacerlo cuando ya la historia se encargò de demostrarnos que el costo de hipotecar la libertad siempre es demasiado alto.
Lo que no hemos entendido es que el 05 de abril de 1992 le dimos permiso a Alberto Fujimori para que por cada punto en el PBI alguien perdiera la vida en silencio y otro fuera privado de su libertad en anonimato. Le ofrecimos carta blanca para que la corrupciòn campeara sin fiscalizaciòn y le dimos permiso para que los tentàculos del poder se inmiscuyeran en nuestro derecho a la informaciòn. Ese dìa no se disolviò solo el Cogreso, se disolviò nuestra libertad y compromiso con la democracia. Ese dìa nos pusimos de acuerdo para construir un progreso econòmico sobre los escombros de nuestra dignidad, y asì canjeamos la violencia de los atentados terroristas por la violencia del cinismo, del estar dispuestos a pertenecer a la nueva comunidad del vale todo con tal de alcanzar los resultados esperados.
Han pasado veinte años y es cierto que los cabecillas de las agrupaciones terroristas màs violentas estàn encarcelados y somos una promesa en la regiòn por nuestro crecimiento econòmico. Pero tambièn cargamos con la muerte inexplicable de miles de civiles en una guerra demencial contra el terrorismo. Tenemos en la càrcel a un ex-presidente y toda su mafia corrupta. No existen partidos polìticos ni instituciones confiables sobre los cuales construir el futuro. Y lo peor de todo, todavìa nos consideramos ciudadanos menores, que no se atreven a aspirar a un progreso levantando sobre las bases de la libertad, el respeto y la democracia.
FUENTE: EL COMERCIO.
PATRICIA DEL RIO (Periodista) RINCÒN DEL AUTOR.
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