domingo, 9 de diciembre de 2012
¡FELIZ NAVIDAD! (PARA ALGUNOS)
Son varias las iniciativas para aumentar injustificadamente los sueldos y beneficios de funcionarios pùblicos.
INICIATIVA IRRESPONSABLE: Es fàcil ser generoso (especialmente con uno mismo con dinero ajeno).
Como quien se asegura de que la Navidad realmente sea la època màs feliz del año, congresistas de diversas bancadas pretenden duplicar sus gastos mensuales de representaciòn, llevàndolos de los actuales S/. 7,500.= a S/. 15,000.= La razòn detràs de esta iniciativa -segùn el segundo vicepresidente del Congreso, Juan Carlos Eguren- es que en los ùltimos veinte años se ha duplicado la poblaciòn mientras que ha disminuido el nùmero de legisladores.
Esta explicaciòn tendrìa algùn sentido si el aumento poblacional hubiese supuesto tambièn un aumento del nùmero de las horas trabajadas por los congresistas o, en todo caso, de su productividad. Pero nada de esto ha sucedido. De hecho, en lo ùnico en lo que ha trabajado con ahìnco en Congreso en los ùltimos años es en lograr su propio desprestigio. No es causal que -segùn la reciente Encuesta Nacional sobre Percepciones de la Corrupciòn, elaborada por Pro Ètica e Ipsos Apoyo- el Congreso sea considerado, despuès del Poder Judicial y la Policìa, la instituciòn màs corrupta del paìs.
Pero las razones para indignarse no terminan ahì. Ademàs, resulta que esos recursos adicionales que recibirìan los congresistas podrìan ser utilizados para lo que a ellos les venga en gana. Para la legisladora Carmen Omonte, no existe transparencia en el gasto de los S/. 7,500.= que cada legislador hoy recibe. Asì, con tales recursos, en palabras de la congresista, se paga, por ejemplo: "la compra de calaminas para una iglesia o de uniformes para una promociòn escolar de la que somos padrinos". Es decir, la factura de su populismo se la pasan al contribuyente.
La Navidad, no obstante, parece que no va a llegar solo al edificio de la plaza Bolìvar. Hace unos dìas, el hasta ayer presidente del Poder Judicial resolviò nivelar las renumeraciones de los magistrados superiores, asì como la de los jueces especializados, mixtos y de paz letrado de todo el Perù. Para el titular del servicio de justicia, con su resoluciòn èl no hizo màs que cumplir con lo que ordena la ley. Esto puede ser cierto, como lo serìa tambièn en ese caso la injusticia de la ley, pues ella permitirìa que, para mejorar los salarios de sus funcionarios, el Poder Judicial nos cobre màs sin asegurarnos un mejor servicio a cambio.
Esto ùltimo ya parece haberse convertido en costumbre. A pesar de que entre el 2007 y el 2011 el presupuesto del Poder Judicial pràcticamente se duplicò, en el mismo perìodo bajamos en el rànking de "cumplimiento de contratos" del Doing Business (que se refiere a la eficacia del servicio de justicia). Y, como si esto no fuese poco, de acuerdo con la citada encuesta sobre corrupciòn, mientras que en el 2010 el Poder Judicial era considerado la tercera instituciòn màs corrupta del paìs, en el 2012 ocupò el deshonroso primer puesto.
Finalmente, parece que la Comisiòn de Economìa del Congreso està decidida a contagiar la injustificada elevaciòn de salarios a todo el Estado. Yes que acaba de aprobar una iniciativa que busca exonerar del concurso para un puesto pùblico a los trabajadores estatales que se hayan encontrado laborando por lo menos cinco años en el règimen del CAS, que llegarìan aproximadamente a 40 mil. Es cierto que es importante ponerle fin a este règimen, pues no es màs que una excepciòn legal que le permite al Estado algo que no pueden hacer los privados: tener a un trabajador fuera de planilla y pagarle por recibos de honorarios. Pero esto no significa que haya que incorporar automàticamente a los empleados CAS a planilla (con los mayores beneficios que esto significarìa) por el solo mèrito de haber trabajado ahì algunos años. Cualquier mejora salarial deberìa ser solo para quienes demuestren merecerla en un concurso transparente e imparcial.
La explicaciòn de todas estas iniciativas irresponsables, por supuesto, es clara: es fàcil ser generoso (especialmente con uno mismo) con dinero ajeno. Lo ùnico que nos queda a los ciudadanos, por lo menos para lo que toca a los congresistas, es recordar bien a los autores de estas propuestas la pròxima vez que postulen a un cargo pùblico. Y, por ahora, què màs nos queda, seguir trabajando para pagar nuestros regalos de Navidad (y los de ellos).
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