Erase una vez en el colegio

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lunes, 27 de mayo de 2013

ROEDORES EN LA CLASE

En la I.E. José María Arguedas de Cotarusi, Apurímac, los alumnos llevan adelante su propia granja de cuyes. Desde regar la alfalfa, separarlos adecuadamente para cruce hasta hacer sus propias ferias gastronómicas, están listos para abrir negocios propios al terminar sus estudios. Mientras en el nuevo patio de la I.E. los poco menos de sesenta alumnos inscritos están en la formación de primera hora, en las aulas de la antigua construcción del colegio la atención no va hacia el profesor que ordena hacer distancia-firmes-y-descanso, sino hacia los cuyes que silban en coro para pedir las hierbas y granos de la mañana. Cada mañana, de manera rotativa, dos alumnos se ausentan de la formación para atender a los animales y darles la primera comida del día. Son quince minutos diarios dedicados a limpiar los corrales, darles granos, y cortar una cantidad suficiente de alfalfa para dejarla orearse en el módulo de secado. La granja de cuyes funciona desde 2011, y es una realidad gracias al empeño de los chicos y el apoyo de sus padres. Quien está a la cabeza del proyecto es el profesor Wilfredo Ñahuinlla, profesor de CTA, Educación para el Trabajo, y a la vez, director de la institución. Cotarusi, el centro poblado en el que se encuentra la institución, es predominantemente ganadero. Las vacas vagan libremente en sus caminos y laderas y los cuyes no faltan en las cocinas de sus habitantes. Tan popular es este animal en la zona, que existe una granja comunitaria para abastecer los pedidos de la población. Ahora la institución se ha convertido en otro fuerte referente de crianza de estos roedores domésticos y sus pequeñas ferias gastronómicas están ganando espacio en la comunidad. Reaprovechando la antigua infraestructura Desde que los estudiantes estrenaron la nueva construcción de la escuela hace un par de años, las viejas aulas permanecían cerradas e imperturbables en las partes altas del terreno de la institución. El proyecto de crianza mejorada del cuy les ha dado nueva vida y funciones al convertirse en los espacios designados para los corrales de estos pequeños animales. "Tenemos siete ambiente hechos con adobe y piso de tablones. Lo que hemos hecho es comenzar a sacar los tablones del piso y con eso hacer los cercos para los cuyes" explica el profesor Ñahuinlla. Durante varios meses, las horas de educación para el trabajo se invirtieron en transformar los salones en espacios aptos para los cuyes. Los alumnos se dedicaban a sacar los tablones, mientras que en las tardes, y en vacaciones, los padres de familia se encargaban de remover el cemento y materiales de base hasta encontrar suelo plano. El siguiente paso era convertirla en una base de tierra endurecida, adecuada para los animales. Los corrales se armaron rápidamente, y con el cultivo de alfalfa trabajado desde 2009 –en los campos ubicados delante y detrás de la antigua construcción– el siguiente reto era poblar los dos primeros salones con cuyes. Para solucionarlo, cada alumno aportó un gazapito (cuy destetado de 15 días) de su propio hogar a la escuela. A los pocos meses, ya nacían las primeras camadas. El proyecto se había asentado, y al poco tiempo de su implementación, fueron reconocidos en el II Congreso Nacional de Escuelas Productivas de ese mismo año. Preparándose para el negocio propio El proyecto no apunta a quedarse como una simple experiencia circunscrita solamente al ámbito escolar. La idea es llevar este conocimiento a los hogares, y que los chicos salgan con una base de saberes laborales útil en su entorno. Si bien la crianza del cuy es popular en la zona, el objetivo de la experiencia escolar es introducir mejoras en la forma de crianza popular. "Cuy hay en todas las casas, pero no lo crían bien. Estamos mejorando para tener cuyes sanos, más grandes, que se vendan rápido" explica el profesor. Para ello, expertos en temas de agricultura del Gobierno Regional de Apurímac, además de representantes del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa), van un par de veces al año a la escuela para enseñar cómo manejar adecuadamente una granja de cuyes. Así, los chicos han aprendido a identificar enfermedades, a separar en corrales diferentes a productores y crías para evitar cruces indeseados, seleccionar cuyes para cruces óptimos y comenzar un camino de mejoramiento genético, crear alimentos nutritivos, etc. "Nosotros aquí captamos, aprendemos y llevamos el conocimiento a nuestra casa. Si antes varios teníamos cuy, ahora todos tenemos en casa. Unos incluso han hecho negocios familiares" explica Wendy R.T., estudiante de quinto de secundaria de la I.E. Gracias a la granja escolar, sabe separar a los animales por sexo, llevar registros de fechas, nacimientos y apareamientos, cómo cultivar alfalfa a la perfección y, cuando llega a los 60 cms de altura, que debe alternar su alimentación con consomé de maíz y otras mezclas nutritivas, hasta los procedimientos sanitarios para hacer frente a eventuales infecciones de pulgas que afecten el corral. Cuy de estación "Actualmente tenemos solo 70 cuyes porque se acerca la helada. Luego, podremos regresar a los 150, hasta 200 cuyes, y seguir con nuestras ferias cada dos meses" cuenta el profesor Ñahuinlla. Por mientras, toca aprovechar los últimos brotes de alfalfa para las próximas semanas, y esperar a que regrese el calor para seguir con la crianza. La escuela está a punto de preparar la última feria gastronómica de la temporada, ya que, con la helada ya próxima, de esos cuyes restantes solo se mantendrán los mejores reproductores para los próximos cruces. La invitación va de boca en boca, y son los mismos chicos quienes elaboran los platos con ayuda de los padres de familia. Es que, además de temas de forraje, sanidad, alimentación y crianza, los estudiantes también han aprendido recetas de la gastronomía local, que tienen, en su mayoría, al cuy como protagonista. La ruta hacia el negocio propio parece estar ya diseñada.

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