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sábado, 25 de mayo de 2013

¡A rebobinar! el inesperado retorno de los añorados casetes

El entrañable artilugio para los amantes de la música y la nueva estrategia de márketing para bandas que quieren diferenciarse. Más baratos que un disco de vinilo, más apropiadas para cierta música que un CD. BBC Mundo. El humilde casete, entrañable para muchos entusiastas de la música de cierta edad, está protagonizando un inesperado retorno. El primer pedido llegó en 1989: diez casetes. Con él comenzó Analogue Media Technologies, una compañía creada para ayudar a las bandas a poner su música en el mercado. Los músicos traían sus grabaciones listas y las plantillas con el diseño gráfico que querían y Analogue, ahora llamado también Duplication.ca, convertía ese material en álbumes impecablemente producidos con sus etiquetas completas, diseños de portada y notas interiores, listos para la venta y distribución. “Hemos cambiado productos en función del estilo y la razón de la demanda”, explica Denise Gorman, una de las propietarias de la compañía basada en Montreal, Canadá. La empresa comenzó con casetes y vinilos pero fue adaptando su negocio cuando surgieron los CD, los DVD y la tecnología Blu-ray. Pero ahora están volviendo al mismo medio con el que todo empezó. “Los casetes que ahora son una de nuestras principales atracciones en este momento“, explica Gorman. De hecho, actualmente las grabaciones en casete representan el 25% de las ganancias de la compañía. Y esto supone un cambio importante respecto a años atrás cuando estas cintas parecían estar condenadas a la desaparición. SONIFO FÍSICO Los puristas del audio adoran el sonido análogo que registra el casete clásico. “Lo digital serán siempre ceros y unos”, explica Fernando Baldeon, consultor de ventas de Analogue. “Analogue todavía consigue sacarle el mejor sonido a una grabación”. El vinilo, el más codiciado por los puristas, tiene ese sonido pero también un precio más alto: US$13,80 por disco por un set de 100, en comparación con los US$1,25 del casete. Y pese a que los casetes son todavía algo más caros que producir un CD, le ofrecen un valor agregado a las que Baldeon denomina bandas “lo-fi” entre las que engloba el punk, hip hop, metal y grupos experimentales. “Claramente el MP3 existe”, dice Craig Proulx, copropietario de la discográfica Bruised Tongue, con base en Otawa. “Yo lo entiendo. Tengo un iPhone pero ¿dónde está la gracia de eso?” Bruised Tongue produce principalmente álbumes para bandas de punk y Proulx asegura que la estética artesanal de esa música encaja bien con las cintas de casete. Pero la decisión para él no es sólo artística sino financiera. “En el pasado, he grabado álbumes yo mismo y no me daban más que problemas”, asegura. El número mínimo de discos necesarios para completar un pequeño pedido era demasiado grande para lo que podía vender. Los casetes podían hacerse rápidamente y sin que subieran mucho los gastos. “Cuando se trabaja a pequeña escala, lanzar casetes tiene más sentido”. ATRACCIÓN GLOBAL Proulx dice ser parte de una comunidad internacional de productores de música local y de amantes del “hazlo tú mismo” que están volviendo a los casetes para promocionar su música. Pero además, Analogue cree que hay oportunidades comerciales en todo el mundo. Por el momento, la compañía ha conseguido una posición dominante en el mercado canadiense y atrae a clientes internacionales incluso en lugares como Estados Unidos, donde otras compañías ofrecen servicios de duplicados de casete. Pero siendo una firma pequeña, Analogue puede ofrecer más flexibilidad y unos plazos de entrega más rápidos que buena parte de su competencia. “Los pequeños negocios están en una posición única para sacar ventaja de las tendencias porque pueden moverse rápido”, explica Helena Yli-Renko, profesora especializada en emprendimientos de la Universidad del Sur de California. También están en una mejor posición para servir a un nicho de mercado, explica. Pequeñas compañías como Analogue pueden ver grandes beneficios al llenar esos huecos en el mercado. Son beneficios que pueden ser insignificantes para un gran conglomerado que trabaja con clientes más comerciales. El secreto está en saber capitalizar esas tendencias de mercado y estar al tanto de que pueden pasarse de moda la semana que viene, pueden ser sustituidos por chicos que piden música en memorias USB o por códigos de descarga digitales impresos en Frisbees. SIGUE LA PISTA “Cuando los pequeños negocios buscan oportunidades como ésta, la primera prueba es: ¿se acopla con lo que hace la compañía? ¿responde a las necesidades de los clientes?”, apunta la profesora Yli-Renko. En el caso de Analogue, sí. De hecho, ha sido capaz de ampliar su base de clientes. “Tenemos muy buenas referencias”, dice Gorman. “De repente nos llegan un montón de pedidos de Australia o Japón”. En su caso, el boca a boca funciona en los mercados nicho a los que va dirigido el producto. Pero aún así es difícil predecir por cuánto tiempo una compañía puede beneficiarse de una moda. Para Paul Kedrosky, de la fundación Kauffman, las empresas que se benefician de estas tendencias necesitan preguntarse si se trata de una moda pasajera o de algo más fundamental. “Si es sólo algo temporal que se va a olvidar en seis meses, entonces mejor no invertir mucho esfuerzo”. Pero como Analogue era originalmente una compañía fabricante de casetes, está bien posicionada para sacarle beneficios a la moda sin tener que invertir en nuevos equipos. Y Michelle Gorman dice que mientras las bandas quieran empaquetar su música, Analogue estará dispuesta a subirse a la próxima tendencia. “No sé que es lo siguiente que va a pegar, pero estaremos preparados para ello”, dice. “Así es cómo yo trabajo. Nos implicamos con cualquier cosa que quiera el cliente y así tratamos de satisfacerlos y ofrecerles los mejores productos. Les damos lo que quieren y tenemos las herramientas para hacerlo”.

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